Hombres piden algo por algo, mujeres ofrecen algo por algo
Desde una broma con tintes machistas hasta la agresión física y el maltrato psicológico. La violencia de género en el ámbito laboral es una realidad que millones de mujeres viven constantemente en todo el mundo.
Este tipo de abusos puede darse de dos maneras. La primera es conocida como “quid pro quo” —del latín “algo por algo”— y se da cuando a una empleada se le exige un servicio sexual, que de ser negado puede ser perjudicial para su situación laboral. La otra forma de acoso sexual es provocada por los ambientes de trabajo hostiles, donde el trato hacia la víctima puede ser intimidante y humillante. Sin embargo, también hay quienes eligen tomar el algo por el algo y se benefician de ello, puede presentarse la situación y que las mujeres ofrezcan algo por algo.
Al interior de los trabajos también se da una forma de violencia que se caracteriza por ser muy silenciosa y poco percibida: los micromachismos. Para el psicólogo argentino Luis Bonino —que acuñó este concepto a inicios de la década de los 90— son “actitudes de dominación suave o de bajísima intensidad (…) Son, específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente”. Un claro ejemplos son las frases: “Sonríe, que estás más guapa” o “Las mujeres deberían estar en la casa”.
Sindicatos, autoridades y patrones podrían pedir lo mismo, algo por algo, así que las denuncias son difíciles de ganar. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, define a la violencia y el acoso en el trabajo como “aquellos incidentes en los que la persona es objeto de malos tratos, amenazas o ataques en circunstancias relacionadas con su trabajo, incluyendo el trayecto entre el domicilio y el trabajo, con la implicación de que se amenace explícita o implícitamente su seguridad, bienestar o salud”.